MI HISTORIA


No es fácil hablar de mí misma, pero lo hago porque si bien ya no estoy entre ustedes, creo que puedo cooperar en algo a paliar el dolor de aquellas familias que de un día para otro sienten que les cambió la vida porque uno de sus miembros sufre de una grave enfermedad. Fue el caso de mi propia familia cuando se enteró sin anestesia - así sin más- que yo tenía cáncer. Jamás te imaginas que a los 23 años te va a pasar algo así. Había vivido mi vida sin grandes preocupaciones, una vida absolutamente común y corriente y estaba ansiosa por vivir el resto de mi vida siendo profesora.

Quiero ser franca. Es duro. Una no está preparada para este tipo de noticias. La familia tampoco lo está. Al principio una se mete hacia adentro y piensa que lo que te está pasando en verdad no es real, que es simplemente un mal sueño, que vas a despertar y sentir alivio. Es la primera etapa: incredulidad total...tuya y de quienes te rodean. Pero a poco andar, te das cuenta que tienes que luchar y que sólo puedes hacerlo si tienes a tu lado el apoyo de quienes más te quieren: tus padres, hermanos, amigos. Yo tenía que dar la pelea por mí, pero también por ellos. Fueron años muy difíciles, mis papás, mis hermanos y mis amigas, en especial la Ina, estuvieron conmigo siempre, me ayudaron a llevar mi dolor y a prepararme para todo lo que pudiera venir.

Mi historia no termina como hubiésemos querido, yo partí, pero al fin estoy en paz y disfruto cuando veo que están construyendo buenas vidas. Mis hermanos casados, ya tengo sobrinos. Soy feliz cuando veo que mis amigas tienen hijos preciosos, que son increíbles mamás. Yo hubiese sido como la mía, la más dulce y entregada, en sus abrazos cabía mi mundo y me sentía segura. Los extraño pero quiero que sepan que estoy muy bien. Mi cuerpo es liviano y me pertenece, ya no siento dolor y acá me esperaban con los brazos abiertos.