Pupa Place, educando con amor y conciencia social

El jardín infantil ubicado en Vitacura y del cual María Luisa Smith y Macarena Ortiz son dueñas y directoras colabora estrechamente con Fundación Camino, creando instancias en que sus pequeños alumnos llenan de alegría los pasillos de nuestra casa de acogida.

Hace más o menos tres años, Gonzalo Smith le habló a su hermana María Luisa -Michu- sobre el voluntariado que estaba haciendo para la colecta de Fundación Camino y desde ese día los destinos de nuestra institución con el del jardín infantil Pupa Place se entrelazaron para siempre. 

Y es que si bien Gonzalo invitó a Michu a hacer un aporte en dicha campaña de recolección de fondos, ella y su compañera de ruta en el jardín (Macarena Ortiz) sintieron que podían dar mucho más que una simple donación monetaria. «Como directoras y dueñas de un jardín infantil, había algo que me estaba haciendo un guiño», relata María Luisa.

¿Qué era eso? Por su cabeza empezaba a rondar la idea de que tenían la posibilidad de conmover a casi 140 familias con algo tan simple y bonito como colaborar con una institución como la nuestra, que acoge a jóvenes con cáncer de regiones. 

«Junto a mi socia decidimos hacer alianza fiel con Fundación Camino, pensando en todos los jóvenes, llenos de sueños, de temores, de esperanza… todo eso llevado a nuestros niños, que por rango etario tal vez no dilucidan eso, pero estamos convencidas de que en esta edad es justamente donde deben comenzar a desarrollar la empatía con el prójimo», se extiende Michu.

Y añade: «Decidimos colaborar con ustedes principalmente porque en el contexto en que estamos somos todos afortunados en demasía y creo percibir que tanto mi equipo como la comunidad de apoderados somos afortunados de poder dar gracias a Dios de todo lo que tenemos, de las oportunidades, de las facilidades, de nuestra propia salud. ¡Cómo no conmoverse! Es imposible».

Así, de tanto en tanto Pupa Place realiza no sólo campañas de recolección de insumos de aseo o alimentos no perecibles entre sus pequeños estudiantes, sino que hacen actividades lúdicas y de enseñanza con Fundación Camino como inspiración. 

«La primera donación fue una canción a partir de la historia de la casa que se traslada a Santiago y los jóvenes que se mueven con anhelos y deseos», recuerda Michu, quien divide en dos tipos las donaciones que nos hacen periódicamente: aportes espirituales y físicos. Los primeros, dice ella, tienen que ver con regalos que hacen los niños, como grullas, dibujos, palabras de aliento o cartas. «Para mí es lo más valioso porque lo desarrollan ellos», asegura, antes de contar que en paralelo van las donaciones tendientes a satisfacer las necesidades de la casa. 

«Me conmueve saber que estamos ayudando a jóvenes que se les está haciendo la vida difícil. Es poder tenderles una mano, darles alegría. Ellos merecen tener un olor a hogar, que un confort sea suave o que el arroz sea rico. Queremos colaborar para que nunca les falte incluso una alegría», asevera una de las dueñas del jardín infantil que funciona con la metodología Reggio Emilia, la que básicamente consiste en introducir en las actividades educativas el medio natural que nos rodea. 

Por eso no extraña que Michu Smith reconozca que una de las cosas más lindas que ha visto en este proceso de colaboración ha sido darse cuenta que «la ayuda desinteresada es la más noble que uno puede generar. Los niños se conmueven».