Villarricense marca hito histórico para Fundación Camino

Luego de un año y cuatro meses de tratamiento en la Región Metropolitana, María José Arias Apablaza se transformó en el primer egreso desde que se inauguró Casa Camino, el lugar donde la institución recibe a pacientes oncológicos que no tienen los medios para una estadía en la capital mientras dura su tratamiento.

La despedida que toda la comunidad de Casa Camino –beneficiarios y trabajadores- le dio a la villarricense María José Arias Apablaza fue emotiva de principio a fin. Tras un año y cuatro meses de tratamiento, el que su parte final vivió en la casa de acogida de Fundación Camino, el momento del adiós marcó un hito histórico: el de Cotita, como le dicen a la joven que a fines de abril cumplió 13 años, se transformó en el primer egreso de la novel institución benéfica.

Hasta aquí, la organización que acoge gratuitamente en Santiago a jóvenes con cáncer de todo Chile y que necesitan un lugar donde hospedarse mientras duran sus tratamientos, solo había visto ingresar beneficiarios, pero a ninguno irse.

Y es que la casa de acogida, que tiene capacidad para 14 jóvenes más sus acompañantes, tiene solo casi siete meses de vida: en plena pandemia la fundación consiguió los permisos municipales e inmediatamente empezó a recibir a jóvenes.

“Estamos muy contentos de haber podido conocer y compartir con la Cotita y también con Evelyn, su mamá. Mientras estuvieron aquí, las dos llenaron de energía Casa Camino y aunque se les va a extrañar, sabemos que de vuelta en Villarrica vamos a seguir teniendo noticias de ellas porque ya son parte de esta gran familia”, dice Francisco Chahin, director social de la fundación.

El también sicólogo cuenta que tal como a la joven María José y su madre, al resto de los usuarios de la casa de acogida se les entrega gratuitamente alimentación, alojamiento, traslados y una serie de programas y actividades de acompañamiento integral, como psicoterapia, arteterapia, coaching y musicoterapia, entre otros.

“La dinámica dentro de Casa Camino se caracteriza por el espíritu comunitario que reina día a día”, asegura Chahin. Y es que, por un lado hay jóvenes y adolescentes que se topan con pares de distintos rincones del país que están atravesando por lo mismo, y por el otro hay un grupo de padres y madres que recorren juntos este tránsito. “Se comparten y celebran las alegrías y las buenas noticias, como el egreso de la Cotita, así como también se abrazan y acompañan entre ellos en aquellos días en que se presentan obstáculos”, cuenta.

Los usuarios de Casa Camino son derivados por el equipo sicosocial del centro de salud en el cual se lleva a cabo su tratamiento. Son ellos los que elaboran un diagnóstico en el cual se determina si la familia cuenta con los recursos y redes para solventar la estadía en la Región Metropolitana por el tiempo que dure el tratamiento. Luego, ese hospital o centro se contacta directamente con la fundación y los únicos criterios que pide esta última son que el paciente tenga entre 12 y 18 años al momento del ingreso y que presente un diagnóstico oncológico basal.