Bichito y la resiliencia que lo llevó a retomar el tenis con Fundación Camino en su piel

En 2020 Vicente Saavedra fue diagnosticado de cáncer y la enfermedad lo obligó a dejar su pasión por el deporte, pero hoy, poco más de dos años después, ya está de regreso en la arcilla.

Vicente Saavedra comenzó a jugar tenis cuando tenía siete años. Siendo un niño, Bichito, como le dice su familia, acompañaba a su papá Marcelo a los campeonatos que él jugaba y, si tenían suerte y el padre salía campeón, el hijo recibía las copas. Pero él quería sus propios trofeos y así comenzó un camino que el cáncer pausó hace algunos años, pero que hoy lo tiene de vuelta en las canchas.

«Mi gusto por el tenis es porque desde chico veía a mi papá jugando tenis y con el tiempo empecé a motivarme mientras jugaba campeonatos», dice Vicente, hoy con 15 años y habiendo dejado atrás la peor etapa de su leucemia linfoblastica aguda, una de las más agresivas que existen.

Y es que, en diciembre de 2020 a Bichito le fue diagnosticada la enfermedad que lo obligó a pausar su promisoria carrera en el tenis. «Su leucemia se la detectaron porque le dolían mucho sus rodillas y adelgazó bruscamente», recuerda el padre, quien detalla que la primera parte del tratamiento la hicieron en el Hospital Gustavo Fricke en Viña del Mar y desde ahí los derivaron al Hospital Calvo Mackenna de Providencia para ser trasplantado de médula.

«Fue difícil para mí dejar el tenis porque en ese momento tenía el sueño de ser profesional», revela Vicente, lo que ahonda el padre: «Su leucemia frenó todas las proyecciones que teníamos. Han sido tres años muy difíciles de quimioterapias, tratamientos e intervenciones quirúrgicas. De más está decir que todo esto ha sido muy difícil».

Así, en medio de ese proceso, padre e hijo llegaron a Fundación Camino, donde nos especializamos en acoger a jóvenes de regiones de entre 12 y 18 años que tienen cáncer y que necesitan un lugar donde hospedarse en Santiago mientras duran sus tratamientos oncológicos.

«Gracias a Dios llegamos a la querida fundación. Estamos inmensamente agradecidos del cariño que hasta hoy nos entregan. Ahí trabaja gente maravillosa, como la Michi, Francisco o Anita, entre otros. Son toda gente muy buena y dedicadas 100% a los niños. Nosotros los consideramos como parte de nuestra familia y marcan una etapa», se explaya Marcelo.

En Casa Camino, recuerda Vicente, «al principio fue difícil, pero por el apoyo de las terapeutas, las cocineras y los organizadores, no se sentía tan difícil; se sentía más acogedor».

Fue justamente bajo el techo de la fundación que pudimos ser testigos de los avances en el tratamiento de su leucemia, los que incluso le posibilitaron volver a tomar una raqueta y empolvar sus zapatillas con arcilla. «Con el pasar del tiempo, cuando estaba con la quimioterapia empecé a jugar de nuevo, pero eran unos paleteos cortos que no podía ni correr. Era solo para empezar a hacer deporte», rememora el joven, quien añade que luego, cuando terminó su proceso de trasplante, empezó poco a poco a entrenar. «Se sentía súper bien porque empezaba a moverme un poco más. Era una sensación muy satisfactoria: había vuelto otra vez».

En efecto, un año y cuatro meses posterior al trasplante y avanzando todo dentro de lo esperado, cuando volvieron con el alta a Valparaíso, Bichito tenía que ponerse a punto con su físico, el que estaba desbalanceado producto del tratamiento y las intervenciones. Así, comenzó a ir de nuevo a su querido Club Español de Quilpué, donde pegó sus primeros raquetazos y donde en este retorno al principio entrenaba solo.

En ese regreso, Vicente y su padre tomaron una decisión que sorprendió incluso en Fundación Camino: la camiseta con la que hoy enfrenta sus torneos de tenis lleva estampada el logo de nuestra institución. «Lo hicimos porque Casa Camino nos dio un lugar donde vivir y comer todo ese tiempo tan difícil y eso se lleva en el corazón», resume Vicente. Su padre, en tanto, complementa que lo hicieron «porque nos sentimos orgullosos de representarlos, porque estamos muy agradecidos y porque nos gustaría que a través de este pequeño homenaje que lleva en su polera se pudiese difundir y dar a conocer esta hermosa fundación».

El retorno al deporte, sin embargo, no fue solo un hecho simbólico, puesto que, según cuenta su padre, Vicente «se ha ido reencontrando con el deporte, ya empezó a ganar partidos y se comienza a fortalecer nuevamente».

Es más, ya en el Estadio Italiano de Valparaíso, Bichito volvió a jugar un campeonato. «Verlo debutar en un torneo nuevamente me emocionó mucho. La felicidad completa no existe, solo son momentos y éste lo estamos disfrutando al máximo», reseña Marcelo. El joven de 15 años, en tanto, confiesa además que luego de lo vivido sus anhelos cambiaron: «Mi sueño ahora con el tenis es poder ganarme una beca por deporte en la universidad, pero cuando era chico me imaginaba como profesional. Pero pasó el tiempo y ya no son los mismos sueños», dice.

Su padre, en tanto, asevera que hoy su sueño «es que Vicente vuelva a ser feliz. Él ya es un ejemplo de fortaleza y resiliencia, estoy tremendamente orgulloso de él. Ojalá pueda seguir con sus sueños en el deporte; su mente no tiene límites».

Y quizás esta resiliencia que menciona el orgullo papá es lo que llevó al Club Español de Quilpué a rebautizar la Cancha Número 1 de la Academia de Tenis GBM como ‘Court Bichito Saavedra’. «Este niño luchador que tuvo una leucemia fulminante se recuperó en tiempos récords, nunca dejó de creer, nunca dejó de luchar, nunca dejó que una enfermedad le arrebatara la vida y las ganas de seguir pegándole a la amarilla, nunca dejó de dar batalla. Sin lugar a dudas son tremendos valores que nosotros como academia aplaudimos y tratamos de enseñar no solo para el desarrollo en el tenis, sino para la vida. Por eso es que cuando nos pregunten por qué la cancha 1 se llama así, estaremos felices de contar tu historia de superación y de ganarle a las adversidades una y otra vez», expuso la academia aquella vez.

«Mi mensaje para los niños que están pasando por este proceso es ser fuertes. Sobreponerse al destino no es fácil, pero esta prueba no se la dan a cualquier niño», cierra Bichito, el rebelde del tenis.