Crear, crecer y creer: el taller donde se tejen cuidados y magia en Casa Camino

Verónica, María Elena, Scarlett, Alejandra y Maggie -las Tejedoras de Almas- comenzaron su relación con Fundación Camino con gorros y mantas de regalo y desde este año llevan adelante su propio taller, en el que ofrecen un espacio de autocuidado a las acompañantes de nuestros jóvenes oncológicos.

En diciembre de 2022 las Tejedoras de Alma llegaron hasta Casa Camino a entregar sus regalos de Navidad -prendas tejidas por ellas mismas-, cuando, en medio de una conversación con nuestro director social, surgió la idea de que estas cinco amigas fueran un paso adelante y realizaran su propio taller, dirigido a las acompañantes de los jóvenes oncológicos que se quedan en nuestra casa de acogida. A este le llamaron ‘Crear, crecer, creer’.

«Destacaría de este taller el hecho de que haya un espacio para cuidar a las cuidadoras. El cuidador de los jóvenes necesita ser cuidado, acogido, de alguna forma sanado. También sufre, lo pasa mal, se cansa. Cuando el cuidador está bien cuidado, lo que en buen chileno implica hacerle un cariñito y darle una pausa, ese cuidador cuidado puede cuidar mucho mejor», dice Maggie Smith, una de las cinco tejedoras, quien suma que «lo que puede estar pasando cada, una durante el taller se pone en pausa».

Es en esas instancias, las que se desarrollan sábado por medio en Casa Camino, que, tal como las cinco amigas lo hacían durante la pandemia -primero por Zoom y luego presencial- tejedoras y cuidadoras se reúnen en torno a una mesa, unas galletas y, por supuesto, la lana y los palillos. «Salen conversaciones, historias e incluso silencios donde hay una profunda conectividad con uno misma», agrega Maggie.

El cómo es una excusa, puesto que a veces las tejedoras llevan propuestas y en otras ocasiones se trabaja lo que haya en mente de las cuidadoras. «Ellas le dan vida al taller y crean; nosotras somos solo facilitadoras», señala Maggie. Y se extiende: «El tejido tiene la magia que en torno a él se dan conversaciones, una sensacion de comunión, relajo, tranquilidad, como estar recitando un mantra o elevando un rezo, es un momento casi de meditación. Se forma algo muy lindo, que son lazos entre personas. El tejido une como se hacía antes al sentarse en un fogón. Una de las cualidades del tejido es tranquilizarse, en este caso de los tratamientos, de darse un tiempo para uno».  

Justamente, esto es lo que Verónica Vicencio, María Elena Uriarte, Scarlett Rogers, Alejandra Galán y Maggie Smith notaron que les sucedía a ellas cuando comenzaron a reunirse durante la época más dura del Covid-19. Ahí, a través de una pantalla, a veces les daban las 3 de la mañana compartiendo sus tejidos. Luego, cuando las medidas de restricción se relajaron, sus citas junto a un ovillo y una buena conversación se siguieron dando. «Se hizo más fácil pasar la pandemia y aunque al principio no teníamos un norte social, ahí mismo también surgió la idea de empezar a tejer para otros». La primera institución a la que acudieron con regalos fue al Hogar Español, que entrega cuidados a adultos mayores.

Al poco andar y a través de una profesora de uno de los hijos de Maggie, la miss Pacita (María Paz Rosales), fue que las Tejedoras de Almas conocieron de Fundación Camino en 2021. «Ella nos preguntó si era posible replicar lo del Hogar Español con la fundación para el Día de la Madre. Ahí comenzó una relación más directa y comenzaron las siguientes entregas, con mantas, gorritos y regalos de Navidad». Ahí se dio, casi naturalmente, una estrecha relación con Casa Camino y su comunidad. 

Algunas de las tejedoras ya sabían del cáncer en familiares o amigos. «Teníamos esa vivencia y hemos comentado lo fundamental que es el cuidado emocional de alguien a cargo del cuidado de una persona con cáncer».

Por eso es que Verónica, María Elena, Scarlett, Alejandra y Maggie consiguen con esfuerzos y recursos propios los insumos para este taller. «Necesitamos apoyo con los materiales», dice esta última. (Por eso, si quieres apoyarlas y apoyarnos con insumos, escríbenos a directorsocial@fundacioncamino.cl). 

Y es que el taller ha sido tan entretenido y sanador que incluso Amaral, una de nuestras jóvenes con cáncer, se ha hecho parte habitualmente de él. «Podría estar dirigiéndolo perfectamente», señala Maggie, una de las queridas Tejedoras de Almas que hoy, junto a otras cuatro mosqueteras, cuidan a quienes cuidan en Casa Camino.