Día Internacional de los Voluntarios: un trabajo tan silencioso como fundamental

Como cada 5 de diciembre, este lunes se celebra un nuevo día de quienes desinteresadamente hacen un trabajo alejado de las felicitaciones, pero que se torna vital.

En 1985, la Asamblea General de Las Naciones Unidas invitó a los gobiernos de todos sus países miembro a celebrar cada 5 de diciembre el Día Internacional de los Voluntarios no solo para resaltar su labor, sino también para rendir un homenaje especial a todos los que trabajan para conseguir los objetivos particulares de las instituciones a las que colaboran.

En Fundación Camino tenemos a muchos de ellos, quienes, desinteresadamente, nos tienden una mano con el afán de ayudar a seguir dándole cariño y contención a los jóvenes con cáncer de regiones que recibimos en nuestra casa de acogida en Santiago y que necesitan de un lugar donde quedarse mientras duran sus tratamientos.

La labor de los cientos de voluntarios que han sido parte de nuestro camino entre colectas, campañas de socios, visitas y actividades es tan importante como cualquier donación, puesto que sin ellos nada de lo que hacemos sería posible.

Algunos, incluso, han ido un paso más allá, como Anita Restrepo, quien coordina la labor del voluntariado. “Soy voluntaria porque a mi papá le dio cáncer y viví de cerca esta enfermedad. Siempre estuve mirando desde afuera el cáncer y fui pasiva, hasta que lo viví, cuando me di cuenta del dolor de la familia, que no solamente es el enfermo el que sufre, sino que afecta a todo su alrededor. No quiero ser más una persona pasiva, quiero ayudar”, relata.

“Lo hago por lo gratificante que es recibir sin dar nada a cambio”, cierra Anita.

Cristian González, en tanto, es voluntario en Casa Camino hace más o menos un año. «¿Qué me motiva? El concepto en el que está enfocada la fundación: niños y jóvenes que son de regiones y que no tienen un lugar donde hospedarse mientras hacen sus tratamientos, que son muy tediosos, a veces muy complicados, y necesitan un hogar donde acogerse. Ese concepto no lo había escuchado antes, así que me motivó mucho poder participar», dice. Y ahonda: «Soy voluntario porque siento que uno tiene que entregar mucho más de lo que uno cree que puede dar. Yo entrego tiempo, conversación, energía, entusiasmo y me encanta poder ayudar cada vez más a todos mis rebeldes en Fundación Camino. Estoy muy orgulloso de todo lo que hemos logrado como voluntarios».

Asimismo, Itita Noguera, otra de las colaboradoras de nuestra organización, expone que su gusto por ayudar a la fundación radica en el «estar en contacto con la gente que tiene este tipo de pena y aportar un poquito en su recuperación, en el ánimo, en poder compartir un poco con ellos».

Y así como ella, hay otros. Magdalena Rodríguez, de hecho, fue la primera voluntaria que tuvimos en Fundación Camino. “Lo hice porque soy una agradecida de la vida y quiero aportar a todos estos niños y jóvenes un granito de arena a su pronta recuperación y vuelta a casa, porque se lo merecen con creces”. Y añade sobre su experiencia: “Ser voluntario te llena la vida, te sientes pleno y lo más importante es que entregas tu corazón a quienes más lo necesitan y eso vale oro”.

Y tú, ¿quieres sumarte al camino?

HAZTE VOLUNTARIO